Nacida el 5 de enero de 1904 en Medford (Wisconsin), Lydia Emma Pinckert era una de los diez hijos de una devota familia católica romana. Pasó sus primeros años en Missouri y California, donde afirmó que un adivino gitano le leyó la mano una vez y le dio una bola de cristal, prediciendo que se convertiría en una vidente de renombre.
A pesar de que más tarde afirmó haber nacido en 1918, los registros confirman que nació en 1904. Esta discrepancia aumentó su misticismo, ya que a menudo se prestaba a la ambigüedad que rodeaba su vida.
Dixon saltó a la fama tras predecir supuestamente el asesinato del presidente John F. Kennedy en un artículo de la revista Parade en 1956, en el que preveía que un presidente demócrata moriría en el cargo. Aunque más tarde predijo erróneamente que Richard Nixon ganaría las elecciones de 1960, su profecía anterior cimentó su reputación.
Se convirtió en astróloga, escribió varios libros (entre ellos un libro de cocina astrológica y una guía de horóscopos para perros) e incluso asesoró a figuras políticas como Richard Nixon y Nancy Reagan. Su influencia fue tal que Nixon creó un comité de gabinete para la lucha antiterrorista basándose en una de sus advertencias. Sin embargo, no todas sus predicciones fueron acertadas.
Afirmó erróneamente
Esta tendencia a destacar las predicciones correctas mientras se ignoran las erróneas se conoció como el "Efecto Jeane Dixon".
Dixon se casó con James Dixon, vendedor de coches y empresario inmobiliario, en 1939. La pareja no tuvo hijos, pero trabajaron juntos en su empresa inmobiliaria de Washington, D.C. Ella siguió siendo una católica devota, que atribuía sus habilidades psíquicas a la intervención divina.
La biografía de Dixon más vendida, A Gift of Prophecy, superó los tres millones de ejemplares, y sus otros libros también obtuvieron buenos resultados. Su columna sindicada y sus apariciones públicas la convirtieron en una mujer rica. Tras su muerte, muchas de sus posesiones fueron subastadas, incluidos los objetos del Museo Jeane Dixon de Virginia.
A pesar del escepticismo, Dixon sigue siendo una figura legendaria en la tradición psíquica. Su nombre se sigue invocando en debates sobre la suerte, el destino y las supersticiones del juego. Hoy en día, muchos jugadores hacen referencia a sus predicciones a la hora de hacer apuestas de alto riesgo.
Algunas de sus predicciones fueron acertadas (como el asesinato de JFK), pero muchas fueron erróneas. Los expertos atribuyen su éxito al "efecto Jeane Dixon": recordar los aciertos y olvidar los errores.
Sí. Muchos jugadores y entusiastas de los casinos acudían a ella en busca de números de la suerte, resultados futuros y estrategias de apuestas, aunque su precisión era irregular.
Aunque no se centraba en los casinos, sus predicciones generales sobre la suerte y el destino influyeron en los jugadores que creían en la orientación psíquica.
No existen registros confirmados, pero algunos afirman que leía los números de la suerte en sesiones privadas.